En el último artículo que escribí, argumentaba sobre la capacidad que, como consecuencia de la pandemia, tenemos ahora los padres de familia para observar las clases de los docentes. Asimismo, ahora tenemos la capacidad de monitorear y verificar, en nuestro rol de padres docentes, el aprendizaje de nuestros hijos.
Al final del artículo, lancé un par de preguntas abiertas donde indagaba sobre los métodos que los padres y docentes utilizan actualmente para verificar que los niños estén aprendiendo desde sus casas. En las últimas dos semanas he recibido respuestas de treinta y tres personas. Entre las personas que respondieron, 90% son padres que están fungiendo como docentes de sus hijos actualmente. De ellos, 33% también son docentes que están enseñando virtualmente a sus estudiantes.
Las respuestas fueron fascinantes de leer. Hubo un par de padres que respondieron que no sabían si sus hijos estaban aprendiendo; ellos simplemente confiaban en la calificación de la maestra. Otros padres respondieron que asumían que había aprendizaje si sus hijos completaban sus tareas; aún más si las completaban sin ayuda. Sin embargo, la mayoría de los padres y docentes respondieron que utilizaban alguna forma de cuestionamiento (preguntas y respuestas) para verificar que sus hijos o alumnos están aprendiendo. “Les hago preguntas relacionadas con los temas que están aprendiendo” y “realizo preguntas cuando me entregan los trabajos finalizados”, fueron algunas de sus respuestas.
La evidencia ha mostrado que, después de las clases magistrales, las preguntas, son el método más utilizado por los docentes para enseñar (Cotton, 1988). A pesar de la frecuencia de uso, la destreza de preguntar es un arte. Aquellos docentes que llegan a dominar el arte de las preguntas y respuestas en el aula logran los mejores aprendizajes de sus alumnos (Arslan, 2006).
Los psicometristas, incluyéndome, pasamos la vida estudiando a profundidad las preguntas de las pruebas, así como las respuestas que los estudiantes dan a cada una. Creamos modelos matemáticos para argumentar que una persona tiene cierta habilidad o rasgo basándonos en el baile entre las preguntas que lanzamos y las respuestas que obtenemos. Así que, saber que los padres están en la misma pista de baile que los docentes fue emocionante. A la vez, en mi rol de madre, docente y psicometrista sentí la responsabilidad de dar algunas recomendaciones para que los padres incursionemos en el arte socrático de cuestionar a nuestros hijos cada vez mejor.
Preguntas de bajo y alto nivel cognitivo
Existen diferentes tipos de preguntas. Las diferencias están en el nivel cognitivo que requiere de los estudiantes para responderlas. Las preguntas de bajo nivel cognitivo son aquellas que únicamente demandan que los estudiantes recuerden información para producir la respuesta. Por ejemplo: ¿En cuántos departamentos está dividida la república de Guatemala? Se sabe que los docentes realizan este tipo de preguntas al menos 60% de las veces durante sus clases (Cotton, 1988). Las preguntas de alto nivel cognitivo son aquellas que invitan a los estudiantes a usar la información que adquirieron previamente para producir o argumentar la respuesta. Por ejemplo: ¿En qué basas esa opinión? o ¿En cuáles casos crees que aplica esa regla? Se sabe que los docentes realizan este tipo de preguntas 20% de las veces en sus clases (Cotton, 1988).
No hay evidencia que soporte que un tipo de pregunta sea mejor que otra porque ambas pueden ser efectivas para distintos propósitos. Por ejemplo, en primaria, las preguntas de bajo nivel cognitivo ayudan a que los estudiantes adquieran conceptos básicos. De forma similar, se sabe que, en la secundaria, las preguntas de alto nivel cognitivo facilitan mayores progresos en los aprendizajes de los estudiantes. Sin embargo, en los grados inferiores limitar las preguntas a aquellas de bajo nivel cognitivo puede producir un estancamiento en el aprendizaje, ya que los estudiantes no tienen oportunidad de utilizar la información que van aprendiendo. En conclusión, cada tipo de pregunta produce beneficios en diferentes situaciones. Como dije anteriormente, saber usar cada tipo de pregunta para apuntar a las necesidades de cada estudiante, es un arte.
¿Qué debemos hacer y qué no debemos hacer al usar este método con nuestros hijos y alumnos?
En el arte de preguntar, no hay nada escrito en piedra. Aquí algunas recomendaciones de lo que si debemos hacer y lo que no. Después de todo, mientras seamos maestros de nuestros hijos, debemos mantener la buena relación con ellos.
Lo que si | Lo que no |
---|---|
(Arslan, 2006; Cotton, 1988) | (Wragg, 2001) |
Hacer preguntas de bajo y alto nivel cognitivo Plantear las preguntas de forma tan clara como sea posible Corregir las respuestas incorrectas, si el tipo de pregunta tiene una respuesta correcta Retroalimentar la respuesta de los niños cuando la pregunta no tiene respuesta correcta ni incorrecta. Dar tiempo suficiente para que el niño responda | Hacer demasiadas preguntas a la vez Hacer una pregunta y responderla usted mismo Hacer preguntas solo a los alumnos más brillantes o agradables Hacer una pregunta difícil demasiado pronto en la secuencia de introducir nuevos temas Hacer preguntas irrelevantes Hacer siempre los mismos tipos de preguntas Hacer preguntas con tono amenazante No dar tiempo a los niños para pensar la respuesta No corregir las respuestas incorrectas Ignorar las respuestas de los niños |