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Reflexiones de una mamá maestra

No es suficiente trasladar al docente a un dispositivo para lograr aprendizajes este año

La escuela y los maestros son importantes.  En la escuela nuestros hijos aprenden habilidades básicas como lectura, matemática, escritura y pensamiento científico. Además, aprenden habilidades sociales, como compartir, respetar reglas y horarios, autorregulación y responsabilidad.  Esto lo aprenden a través de su relación con pares en el ambiente estructurado que construyen los adultos de la escuela.  

La figura de este post muestra la escuela y la escuela en casa.  En la escuela (del lado izquierdo), los docentes (competentes) organizan lecciones día a día durante el ciclo escolar. Los maestros que preparan lecciones efectivas capturan la atención de sus alumnos.  Durante la lección, los alumnos hacen preguntas, resuelven nuevos problemas, ponen en práctica algún procedimiento o completan una tarea, tanto individualmente como en colaboración con sus compañeros.  Dicho de otra forma, si el docente es efectivo, los estudiantes atenderán la lección de forma activa.  Al mismo tiempo, los docentes competentes monitorean que los alumnos estén atendiendo la lección y que la comprendan el material que están aprendiendo. 

Por otro lado, cuando los docentes han llevado a cabo una lección efectiva en sus aulas, solicitan que los alumnos practiquen lo que aprendieron a través de tareas diarias.  Los docentes competentes también saben que corregir las tareas y retroalimentar a sus estudiantes sobre los errores que cometieron es determinante para consolidar los aprendizajes.  Este proceso para lograr aprendizajes en el aula es conocido y se ha estudiado por años.  Eso no significa que todos los educadores tengan la competencia para lograr aprendizajes en el aula, pero la efectividad docente es un tema diferente y objeto de estudio en si mismo. 

Es indiscutible que el proceso mostrado del lado izquierdo de la figura se ha modificado durante el confinamiento.  Del lado derecho de la figura, se muestra una escena de aprendo en casa. Evidentemente, en ella hay variables que se modificaron por el confinamiento y que indiscutiblemente han influenciado la experiencia de aprendizaje de los estudiantes. 

En la casa, el docente es trasladado a un dispositivo (televisión, radio, computadora).  Y es el padre o la madre quien facilita el acceso, tanto a la radio como la tele, en el horario establecido para el grado de sus hijos.  En los contextos socioeconómicos más altos, los padres proveen los dispositivos e internet para la educación a distancia.  También los padres facilitan los recursos impresos que los niños utilizarán en su aprendizaje a distancia, desde recoger en la escuela las guías de autoaprendizaje, comprar el periódico, hasta imprimir las hojas de trabajo que se envían a través de las plataformas virtuales.  Si los recursos son limitados en el hogar, tristemente también el padre decide qué niño recibe la clase y qué niño no.

El tiempo de aprendizaje se ha modificado en la figura 2.  Al no asistir a la escuela, las lecciones que reciben los niños a través de radio o televisión han disminuido de 5 días a la semana a una o dos horas a la semana. Esto significa que el currículo ha sido priorizado indirectamente al seleccionar unas lecciones sobre otras para ser transmitidas en la televisión o radio o entregadas a los alumnos a través de plataformas. 

En algunos colegios privados han decidido que los estudiantes estén conectados frente a una computadora de 7 a 1 de la tarde recibiendo lecciones y simulando un horario escolar.  Sin embargo, esta solución no garantiza que los estudiantes puedan atender de forma activa a los profesores. Evidencia empírica, incluyendo mis hijos, sugiere que los estudiantes, a pesar de estar conectados, no mantienen una atención activa durante sus lecciones en línea por largos períodos de tiempo.  Así que, probablemente el tiempo efectivo de aprendizaje solo sea, en efecto, una simulación.

Me atrevo a decir que el tiempo de tareas también se ha modificado.  En algunos colegios este ha aumentado considerablemente.  Lamentablemente, las tareas no han sido enfocadas a consolidar, evaluar y retroalimentar aprendizajes, sino a enfocadas a tener algo que calificar.  Consecuentemente, los niños pierden o ganan puntos por la cantidad de tareas que completan e incluso ganan y pierden puntos por la calidad de las fotografías de las tareas, pero reciben poca retroalimentación de sus docentes.  Los maestros, en su mayoría, desconocen si efectivamente sus estudiantes están consolidando aprendizajes o no.

En este ciclo escolar, las modalidades de educación a distancia han sustituido algunas importantes actividades que desarrollan los docentes en la escuela, pero es indiscutible que los niños han perdido muchas oportunidades de aprendizaje.  Tristemente, mi lectura de las proyecciones de contagios y casos de COVID-19 en el país, es que el tema no se resolverá pronto y que faltan muchos días y meses para que los niños puedan volver de forma segura a su escuela.  De manera que, la educación a distancia será la alternativa educativa más segura por un largo tiempo.  Al pensar en educación a distancia a largo plazo, es importante enfocarse en aprendizajes y no en la entrega educativa.  Por tanto, es imprescindible estudiar las nuevas variables que están afectando aprendizajes y potencializarlas. En lugar de seguir haciendo lo mismo que hemos hecho en las aulas en un formato virtual.  

Si nos enfocamos en el formato de entrega, sin pensar en aprendizajes, se acrecentará la inequidad educativa del país porque hay quienes tienen un dispositivo por niño y continúan pagando colegiaturas, pero hay muchos niños que no han tenido acceso a tele ni a radio y mucho menos a internet por cinco meses.  Ciertamente, llevar a la maestra a medios de entrega que lleguen a la mayoría de los hogares guatemaltecos es un reto.  Pero, mi propuesta es pensar en potencializar lo que muchos estudiantes si tienen en la segunda escena. Por ejemplo: a) sus padres, b) lecciones en la tele y radio, c) medios impresos de distribución masiva (periódicos, empaques, etc.), y d) tiempo para aprender.

La situación es tan nueva que hay muy pocos estudios sobre cómo potencializar estas nuevas variables que afectarán el aprendizaje de los niños.  Pero aquí hay algunos puntos que podemos pensar si se trata de cambiar el enfoque de educación a distancia.

1.     El enfoque debe estar en aprender y no en hacer.  

El objetivo de la educación es y ha sido siempre que los estudiantes aprendan y no que los docentes enseñen o que los estudiantes estén ocupados. Por tanto, es imprescindible enfocar los esfuerzos en lograr aprendizajes y no en hacer un montón de tareas o actividades novedosas, pero poco efectivas. 

Relacionado con esto, tiene más sentido formar a los docentes y padres (si lo desean) en estrategias para lograr aprendizajes con lecciones cortas y efectivas que pueden hacerse tanto presencial como virtualmente, que saturarlos de herramientas sofisticadas para hacer lecciones bonitas en internet, pero poco efectivas. De la misma forma, tiene más sentido buscar mecanismos para retroalimentar a los estudiantes sobre las dificultades de sus tareas, en lugar de coleccionar trabajos para justificar una calificación o la aprobación de grado.  

  • Es necesario potenciar el rol de los padres.  

Los padres están haciendo un trabajo de gestión educativa, de docencia y evaluación en sus hogares.  Son ellos quienes distribuyen los recursos, facilitan el acceso a las clases virtuales, y organizan horarios de estudio, tiempo de juego, y tareas del hogar de los niños.  La creencia y recomendación de las escuelas de que los niños pequeños planifiquen su horario para recibir sus clases y hacer sus tareas es falsa.  La gestión de recursos depende en gran medida de eso: recursos.  Además, los padres son quienes resuelven dudas de las tareas, y las corrigen en la medida de sus posibilidades.  Es urgente potenciar estos roles de los padres.  Es irreal pensar que el docente hará todo en la distancia.  Eso no significa trasladar la tarea docente a los padres, sino darle las herramientas para que los estudiantes no dejen de aprender. Por ejemplo, muchos aprendizajes se pueden consolidar a través del juego.  Dar a las padres opciones de juego con sus hijos o entre hermanos puede ser una forma de potenciar su rol en educación a distancia.

  •  Las lecciones en horario escolar por zoom (o el dispositivo que sea) no son efectivas

Hace unas semanas escuchamos la noticia del maestro Lalito que visita los hogares de sus estudiantes de sexto primaria para no descontinuar sus clases.  A pesar de que la noticia enfocaba en la creatividad del profesor Lalito para elaborar un bicitaxi con pizarrón y la voluntad para recorrer largas distancias, realmente, lo maravilloso del maestro Lalito es su entendimiento que para lograr aprendizajes debía dar lecciones individuales a cada niño para lograr aprendizajes.  Las lecciones por zoom o por la tele o por la radio que duran 40 minutos al grupo completo de estudiantes no consiguen atención activa de los estudiantes.  En el caso de mis hijos, las lecciones provocan mal humor, aburrimiento, y frustración, pero no aprendizaje.  Es importante que el modelo se traslade a lecciones en grupos pequeños y lecciones cortas.   Luego los niños pueden profundizar y practicar en su propio tiempo, pero no pretender que tras un dispositivo los niños prestarán la misma atención que en las aulas.  En los pequeños grupos, los docentes también pueden retroalimentar a los estudiantes sobre sus tareas de mejor manera.

La moraleja de esta historia es que la vida cambió y no por un tiempo corto.  No es posible seguir haciendo las cosas de la misma forma, o tratar de replicar la escuela en el internet o en la tele, porque no podemos pretender que todo sigue igual y que simplemente trasladamos la entrega educativa a un dispositivo.  Hay variables que cambiaron la forma en que los niños están aprendiendo.  Necesitamos repensar la entrega educativa a distancia enfocada en lograr aprendizajes. Ya no es posible seguir perdiendo el tiempo, porque caeremos en un retroceso educativo.