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Reflexiones de una mamá maestra

¿Realmente podemos aprender a través de guías de auto aprendizaje y los formatos virtuales ?

El 31 de diciembre del 2019 me propuse aprender algo nuevo y diferente a lo que usualmente estudio.  Así que me inscribí a un diplomado en corte y confección.  A pesar de que mi mamá cose y teje, yo nunca había siquiera encendido una máquina de coser. Pero, después de haber culminado exitosamente un doctorado en el extranjero tenía confianza que podía aprender cualquier cosa.  Si tan solo hubiera sabido que una cosa no tenía nada que ver con la otra.

Habían transcurrido 4 clases en el diplomado cuando la pandemia y el confinamiento llegaron a Guatemala. En las primeras cuatro clases logré confeccionar una bolsa de tela.  Ciertamente, mi bolsa no era la más linda, pero había logrado el patchwork y todas las medidas habían coincidido.  

El siguiente proyecto era una falda.  La falda la confeccioné con instrucciones que me enviaban a través de videos y WhatsApp.  La terminé, pero tenía errores notorios.  Las costuras no coincidieron del todo y tuve que repetirla tres veces antes de lograr terminarla.  Luego de la falda básica, el diplomado en corte y confección fue cancelado por disposiciones del centro de estudios.

No me desmotivé y pensé que podía comprar cursos en plataformas virtuales para continuar mi proyecto de aprender a coser de forma autodidácta.  Empecé con un curso para confeccionar una camisa.  El curso tenía seis unidades con 4 videos cada una. Cada video/lección mostraba cómo elaborar un paso para elaborar la camisa.  Los videos eran cortos (15 minutos máximo) y de alta calidad.  Seguí los pasos con mucho cuidado, mi camisa tiene un solo error en el cuello que aún no comprendo y aún no se cómo arreglar.  Pensé que el curso de la camisa había sido muy ambicioso para una principiante y que debía ir un paso atrás. Así que compré un curso básico con la misma metodología, pero con un proyecto más sencillo que la camisa. Esta vez el proyecto era una cartera.  Lo completé. Sin embargo, al igual que la falda y la camisa, me quedé con muchas dudas sin resolver y siento que, si tengo que hacer cualquiera de los tres proyectos yo sola, no sabría hacerlo sin videos.

En el proceso anterior, mi hija de 8 años se entusiasmó con la idea de confeccionar nuestras propias prendas y me pidió que la inscribiera en un curso en línea de diseño de modas.  Ella, contrario a mi, es inmensamente creativa y ve cosas donde yo no.  El curso de mi hija consiste en reuniones virtuales de dos horas una vez por semana donde las profesoras muestran a través de la cámara las puntadas e instrucciones para que las niñas entre 6 y 12 años cosan sus diseños.  A diferencia de mis cursos, el de mi hija permite interacción entre las niñas y las profesoras.  Hasta el momento, mi hija ha logrado diseñar, pero no confeccionar sin asistencia mía. 

La experiencia de mi hija y la mía en aprender algo diferente, de lo que no teníamos ninguna experiencia previa y a lo cual nos sentimos muy motivadas, me hace pensar si realmente se puede aprender en línea y/o de forma auto didácta. Para responder mi inquietud, volví a las cuestiones básicas: ¿Qué es aprender? ¿Cómo aprendemos los seres humanos? El reciente libro de Stanislas Dehaene (2019) ha respondido parte de estos cuestionamientos. 

Según Dehane, para aprender necesitamos cuatro “pilares”: 1) prestar atención, 2) involucrarnos activamente en la tarea, 3) recibir retroalimentación al error y 4) consolidar el aprendizaje (2019).  

Prestar atención es el primer paso y el prerequisito de los otros tres pilares, de acuerdo con Dehaene. Al prestar atención nos enfocamos en lo que queremos aprender.  En las experiencias que mi hija y yo hemos tenido para aprender a coser en un formato virtual, puedo decir que los videos de alta calidad que yo he tomado permiten enfocar mi atención de mejor manera que las clases virtuales de mi hija con su grupo de compañeras.  En realidad, mi hija no ha podido seguir la instrucción de costura por sí misma, porque el proceso se trunca cuando pierde atención. Ambas nos hemos involucrado activamente en el aprendizaje (pilar dos).  Creo que la razón principal de ello es que tanto mi hija como yo intentábamos ejecutar la instrucción de costura casi inmediatamente después de haberla observado o escuchado con la motivación de ver el producto terminado.  

La retroalimentación al error es un elemento que ni mi hija ni yo hemos experimentado en ninguna de las modalidades (pilar tres).  En mi caso, con los cursos montados en videos de alta calidad, no es posible interactuar con los instructores.  Y en el caso de mi hija con las sesiones de zoom, las profesoras proveen retroalimentación a las dudas de las niñas una a una conforme surja, pero retroalimentar a cada una en un grupo grande hace el proceso tan lento que las niñas pierden la atención, volviendo recurrentemente al primer paso. Finalmente, tanto mi hija como yo necesitaremos práctica para consolidar el arte de coser (pilar cuatro).  Quizá yo tenga que hacer diez repeticiones de la falda, la camisa y la bolsa para sentir que he dominado el arte de coser.  En ese sentido, los videos tienen ventajas sobre las reuniones de zoom de mi hija.  Ventajosamente, el curso de mi hija incluye tareas semanales con el objetivo consolidar aprendizajes.  Sin embargo, aunque repitamos la tarea cincuenta o cien veces, sin retroalimentación, probablemente lo hagamos cincuenta veces mal.

Mientras reflexiono sobre mi competencia como costurera después de siete meses de intentarlo con autoaprendizaje y en formato virtual, me pregunto si ¿los niños del país tuvieron experiencias similares aprendiendo habilidades básicas de forma autodidácta, de las cuales probablemente no tenían conocimiento previo?  Por ejemplo, ¿aprenderían a leer los niños de primero primaria?  ¿Cuál será la competencia de escritura de los niños que cursaron primero primaria en el 2020? ¿Lograron los niños guatemaltecos dominar las operaciones básicas con guías de autoaprendizaje y los programas de televisión? ¿Cuánto avanzaron en el aprendizaje de un segundo idioma nuestros hijos a través de las clases en zoom?  Lo que sospecho es que en nuestro intento de proveer educación a distancia, en algunas ocasiones fuimos exitosos en implementar alguno de los pilares de aprendizaje de Dehaene y en otras ocasiones no tanto.  Por tanto, la moraleja que aprendí de mi propia historia de aprender algo nuevo de forma autodidácta se resume en los siguientes puntos:

  1. Primero que nada, el libro de Dehaene es lectura obligada para los educadores del mundo. 
  2. No todo se puede aprender de forma autodidácta. Algunas cuestiones necesitan mentoría.
  3. Antes de tratar de innovar con las diferentes posibilidades que la tecnología nos ofrece, debemos volver a lo básico en lo que respecta a teorías de aprendizaje y neurociencia.
  4. Cuando diseñamos un curso debemos proveer oportunidades para retroalimentar sobre sus errores a los estudiantes de forma tan inmediata como sea posible.
  5. Debemos aprender de los youtubers, influencers y productores de cine sobre los elementos que capturan la atención de los niños cuando se produce un video.  Sospecho que videos aburridos o clases de zoom donde se presenta un power point durante 40 minutos está lejos de capturar la atención necesaria para aprender.
  6. Los grupos grandes no son convenientes para las clases virtuales por plataformas como zoom.  No son eficientes para capturar atención de los niños, ni para retroalimentar a los niños sobre sus errores.
  7. Debe haber práctica y los niños deben tener oportunidades para conversar con su profesor uno a uno sobre las dudas y errores que están cometiendo en las prácticas y tareas que se les asigna.  Proveer una calificación no es suficiente.
  8. Disfrutar la experiencia de aprendizaje sigue siendo importante.