En comparación con otros países del mundo, Guatemala tiene muy pocos científicos (Unesco, 2017). Asimismo, de los pocos guatemaltecos que realizan investigaciones científicas en Guatemala, hay muchos menos que investigan en el área de educación. Yo soy una de las pocas que tiene el invaluable privilegio de haberme formado en investigación educativa y dedicarme a ella a tiempo completo. Me atrevo a decir que conozco personalmente a todos los investigadores educativos del país. Así de reducido es el número.
Además de haber muy pocos investigadores educativos en Guatemala, es difícil reclutar nuevos. Cada vez que inicio un curso universitario, pregunto a mis estudiantes de postgrado: ¿Por qué estudian una maestría o doctorado en educación? Y, tristemente nunca algún estudiante me ha respondido que la razón sea el deseo de convertirse en investigador educativo. En su mayoría, las razones para estudiar una maestría o doctorado que he escuchado se refieren a mejores oportunidades laborales o un deseo altruista de mejorar su práctica docente. Aunque las anteriores razones son completamente válidas y las aplaudo, no deja de ser preocupante el desinterés de los nuevos profesionales por investigar. Mis cursos son considerados difíciles para los estudiantes porque, a pesar de ser cursos de postgrado, pocos de ellos han leído, participado o realizado investigaciones rigurosas durante su trayectoria académica.
Es que, las universidades guatemaltecas carecen de un sistema que propicia que los estudiantes investiguen desde el pregrado hasta un doctorado. La primera limitante es el acceso a revistas académicas actualizadas. Aunque un par de universidades han hecho esfuerzos por superar esta barrera, no todas proveen el servicio para acceder artículos recientes. Esto deja a los estudiantes con la alternativa de buscar artículos de libre acceso en la internet, los cuales son mínimos o desactualizados. Por otro lado, las publicaciones académicas recientes se escriben, en su mayoría, en inglés, agregando una dificultad para leer investigación en Guatemala.
La segunda limitante es la falta de acompañamiento para que los estudiantes de educación investiguen durante su programa universitario. Muy frecuentemente, la tesis es la única oportunidad de investigar y de escribir artículos académicos que tienen los estudiantes durante su programa de estudios. Y, lamentablemente los protocolos estrictos para proponer investigaciones de las universidades encasillan a los estudiantes y sus asesores en el formato del documento, perdiendo así la oportunidad de ser vista como una forma de generar nuevo conocimiento científico.
A pesar de contar con tan pocos investigadores, en Guatemala se produce investigación educativa. El Ministerio de Educación de Guatemala a través de DIGEDUCA, organismos internacionales y centros de investigaciones educativas de universidades son algunos que producen investigación importante para informar la práctica educativa y la política pública. Sin embargo, la investigación producida en Guatemala aún es limitada y hace falta trabajo no solo para publicar más investigaciones sino también para facilitar su acceso y comprensión y así lograr que esta incida en la práctica educativa.
Y es que, para que una investigación incida en la política pública y en la práctica educativa, deben cumplirse los siguientes requisitos según Baker y Linn (2004): 1) los resultados se reportan de forma precisa, 2) los resultados se interpretan en forma válida, 3) los interesados comprenden los resultados y tienen interés de usarlos, 4) existen alternativas para mejorar la situación educativa, 5) los educadores están dispuestos a actuar y tienen capacidad para implementar una intervención y 6) las acciones implementadas provocan una mejora en los aprendizajes de los estudiantes (Baker & Linn, 2004). Como se puede ver en las sugerencias de Baker y Linn (2004), la incidencia de la investigación educativa es una cuestión de dos vías. Por un lado, la posibilidad de generar nuevas investigaciones en el país, y por el otro, el interés en ellas y la capacidad de usarlas.
El propósito de este post es tratar de romper el círculo vicioso entre la limitada investigación educativa nacional y el interés de la comunidad educativa en basar sus prácticas en evidencias actualizadas y de preferencia producidas en el país. A pesar de que en Guatemala se están produciendo investigaciones constantemente por algunos investigadores, hay que reconocer qué nos hace falta para facilitar la comprensión de los resultados y generar un interés por ellas. Sin embargo, también hace falta que la comunidad educativa reflexione constantemente en sus prácticas educativas de forma crítica y se convenza de que siempre se puede mejorar. Y, lo más importante que las propuestas para mejorar se basen evidencias científicas que las sustenten. De lo contrario, la educación de Guatemala estará condenada al atraso, a errores, a prácticas arcaicas y a decisiones incorrectas, a pesar de las buenas intenciones y la labor altruista de todos los educadores.