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Reflexiones de una mamá maestra

Regreso a las aulas y el vaso medio lleno… o medio vacío

Mientras estuvimos confinados en el 2020 y 2021, pensábamos que la solución de nuestras frustraciones con la educación de nuestros hijos terminaría el día que nos dijeran que volverían a las aulas. Qué ingenuos fuimos al no visualizar que, una vez que saliéramos a la calle, los retos iban a ser peores.

No me malinterpreten como una persona negativa y que ve el vaso “medio vacío” y no “medio lleno”, interprétenme como una persona realista.  Permítanme fundamentar mi percepción de la realidad; primero, con el último reporte sobre pobreza de aprendizaje que se publicó el mes pasado: The State of Global Learning Poverty (El estado global de la pobreza de aprendizaje) y, segundo, con mi propia experiencia de mamá maestra.  La pobreza de aprendizaje se define como la incapacidad de los niños de leer con comprensión a la edad apropiada (diez años).  Esta pobreza existía mucho antes de la pandemia y era motivo de preocupación de bastantes países.  

Según este reporte, antes de la pandemia, se estimaba que 57% de los niños de diez años del mundo no podían comprender un texto apropiado para su edad.  Muy similar, en 2014, en Guatemala aproximadamente uno de cada dos niños de tercero de primaria no podía leer con comprensión.  En 2022, se estima que la cifra de niños que no comprenden lo que leen llegue a alcanzar a siete de cada diez niños de diez años en todo el mundo, incluyendo Guatemala. Además, la brecha entre los niños con oportunidades y los niños sin oportunidades se abrió enormemente en el país.  Es decir, los padres que pudimos y quisimos invertir en la educación de nuestros hijos éramos mucho menos que la mayoría de los padres en Guatemala. Eso no fue exclusivo de nuestro país, pasó en todo el mundo, incluso en países de primer mundo como Estados Unidos, donde los estudios demuestran que la pandemia agrandó las inequidades. 

Lo anterior se refleja en la enorme variabilidad de habilidades que tienen los niños que regresaron a las aulas.  Las escuelas están recibiendo niños que tuvieron oportunidades diferentes para aprender, así como experiencias diferentes con covid-19.  Algunos padres y escuelas resolvieron la parte tecnológica para la educación a distancia y muchos otros, no.  Muchos docentes evidenciaron sus deficiencias y fortalezas para enseñar a distancia.  Muchos padres de familia perdieron sus trabajos y priorizaron sobrevivir antes de estudiar. Muchos niños perdieron a sus padres, abuelos, tíos, docentes por causa del covid.  En fin, mucho pasó en estos dos años y, de pronto, nos reencontramos en la escuela. ¿Cuáles son nuestras expectativas de los niños que recibimos? ¿Cuáles son nuestras expectativas de los docentes? ¿Cuáles son las expectativas de los padres de familia? ¿Cuál es nuestro plan para recuperar a una población pobre en lectura, en matemática, en desarrollo socioemocional?

Sin embargo, volver a la escuela quizá sea el mejor de los escenarios.  Al menos en la escuela podremos responder las preguntas anteriores y tomar la decisión de hacer algo al respecto.  Siempre he creído que los directores y docentes tienen el enorme poder de cambiar la vida de un niño o niña. Pero ¿qué pasa con los niños y las niñas que no volverán a la escuela? ¿qué pasará con los niños que se enfrenten a su incompetencia para realizar las tareas propias del grado al que regresen y decidan abandonar la escuela?  

El reporte El estado global de la pobreza de aprendizaje plantea que nos queda una época de recuperación y de aceleración de aprendizajes. La recuperación supone poner al día a los estudiantes y la aceleración significa darse prisa porque no recuperaremos el tiempo que perdimos. El documento es claro en que la recuperación y aceleración de aprendizajes requieren al menos estas cinco acciones:

  1. Recuperar a los niños en las escuelas y mantenerlos allí.  Abrir las escuelas nos está dando una oportunidad para recuperar y acelerar aprendizajes.  Por tanto, el primer paso es regresar a los chicos a las aulas.  El segundo paso es mantenerlos allí.  Esto supone que la escuela debe utilizar los datos, por ejemplo, de inscripción en 2019, para determinar qué estudiantes debían regresar a qué grado en 2022.  Con ello, es posible tomar acción de muchas formas para recuperar estudiantes.  Asimismo, es importante tomar datos sobre la ausencia de estudiantes para prevenir el abandono escolar.
  2. Evaluar los aprendizajes periódicamente, PERO con fines FORMATIVOS.  Después de dos años perdidos, el fin de la evaluación no puede ser el de demostrar que los niños no han aprendido.  Eso ya lo sabemos.  En esta época de recuperación, es importante evaluar para determinar qué no han aprendido nuestros estudiantes y usar dicha información para planificar la enseñanza.  Es decir, el fin de la evaluación es de retroalimentación para continuar aprendiendo, NO CALIFICAR para aprobar o desaprobar.  Ya no podemos perder más años, ni más grados.
  3. Priorizar las habilidades básicas.  Si no podemos recuperar o acelerar el aprendizaje de todas las asignaturas de la escuela, al menos debemos lograr que los niños lean con comprensión, desarrollen su habilidad matemática y puedan comunicarse por escrito.  Afianzar estas habilidades les permitirá acelerar otros aprendizajes con el tiempo.
  4. Aumentar la eficiencia de la instrucción.  Los docentes deben ser más eficientes para desarrollar habilidades porque ya hemos perdido mucho tiempo.  Eso implica formar docentes en metodologías de enseñanza de habilidades básicas fundamentadas en evidencia científica que les permita acelerar aprendizajes.  En este punto de nuestra vida, no es posible esperar dos o tres años para que un niño lea con fluidez, aprenda otro idioma, se comunique por escrito, entre otras habilidades básicas.
  5. Desarrollar la salud y el bienestar socioemocional de los niños y los maestros. Este punto será determinante no solo para mantener chicos en la escuela, sino también para lograr que superen esta época de pandemia con la mejor resiliencia posible.

Los cinco pasos anteriores constituyen un compromiso.  No importa cuánto hayamos hecho estos dos años, los niños, incluyendo mis hijos, perdieron oportunidades de aprender.  Yo tengo la certeza de que mi esposo y yo nos empeñamos en que nuestros hijos no dejaran de aprender. En primer lugar, los mantuvimos en el colegio en modalidad virtual, invertimos en la tecnología necesaria para que recibieran las clases en línea, nos convertimos en sus mentores y estuvimos a su disposición 24/7, compramos libros sobre cómo mejorar nuestra labor de mentoría, sobre todo en las habilidades básicas, como matemática, lectura y escritura; también nos apoyamos en una tutora de alemán, tuve mi propia burbuja de mamás en la misma situación para reforzar habilidades sociales de mis hijos. Además, mantuvimos los entrenamientos deportivos de nuestros hijos. El costo de nuestro empeño significó un aumento de aproximadamente 30% más de nuestro presupuesto para la educación de nuestros hijos durante la pandemia, lo que a su vez significó recortar gastos en otros rubros.  Y ¿adivinen qué? Al volver al colegio nuestros hijos se están enfrentando a lo que la mayoría de los niños del mundo se están enfrentando y que el reporte El estado global de la pobreza de aprendizaje describe.  Es decir, se han enfrentado a:  1) pobreza de aprendizajes, 2) desmotivación y a 3) retos para relacionarse socialmente, entre otros.   No me cabe la menor duda de que la inversión y el empeño de nuestra familia no fue suficiente para salvarlos de los retos del regreso a clases.  Sospecho que no se trataba de invertir para seguir haciendo lo mismo, sino que se trataba de hacer las cosas diferente.  

Esta publicación es una solicitud al compromiso con la recuperación y la aceleración de aprendizajes en nuestro regreso a la escuela.  Un programa sólido de recuperación del aprendizaje construido en torno a las cinco acciones descritas anteriormente, que a su vez sea sostenido a lo largo del tiempo, puede servir como trampolín para brindar a todos los nuestros hijos la oportunidad de lograr el futuro que se merecen.  Por favor, no volvamos a las aulas a hacer lo mismo que hacíamos antes como si no hubiese pasado nada estos dos años.

One reply on “Regreso a las aulas y el vaso medio lleno… o medio vacío”

Dra. Leslie, al terminar la lectura de su interesante artículo, provocó en mi unas interrogantes ¿Por qué la gente que labora para la educación de nuestro país no se percata de estos problemas? ¿Por qué los docentes del nivel primario, con excepciones, ni los directores ni los docentes intentan contribuir para desarrollar una lectura de calidad en sus alumnos?¿Por qué los padres de familia no despiertan para exigir una educación de calidad para sus hijos en los primeros grados del nivel primario? Porque es en estos grados donde comienza la lectura deficiente y como consecuencia la falta de comprensión de las lecturas. Por otra lado, los libros de textos que se manejan en este nivel, están pensados y diseñados para niños y niñas de ciudades y no de comunidades rurales.
Por ello, considero de alto valor sus observaciones y recomendaciones para la educación, con la esperanza que muchos puedan leerlas y ponerlas en práctica con el fin de mejorar el proceso educativo. Ya que nuestras autoridades educativas todavía no despiertan para exigir al magisterio y menos lo hará su máximo dirigente.
Yo, siendo un maestro jubilado, pondré en práctica los cinco pasos que recomienda para recuperar lo perdido por la pandemia e ignorado por el Ministerio de Educación. Siempre he considerado muy valiosas y oportunas los contenidos de sus artículos. Por favor, siga escribiendo más, vale la pena para el bien de la niñez.

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